Los sistemas de juego ¿Existen?- Por Cesar Nuñez Gago


Cada vez oigo menos a los entrenadores utilizar la palabra “sistema”. Pero es cierto que existen muchas intenciones enmascaradas que me conducen a pensar que lo que veo no se corresponde con lo que se dice o se escribe.

Siendo éste un razonamiento simple y sobre todo subjetivo, tengo la necesidad de que sea lo más directo y sencillo posible. ¿Por qué? Porque el fútbol sala ha sido, es y será, por mucho que cambien los tiempos, los modelos, los estilos y la formación de los entrenadores, un deporte en el que lo simple, lo básico, lo elemental, realizado de forma encadenada y ordenada, pasando por el filtro de nuestra capacidad cognitiva, una disciplina vertiginosa que nos obliga a pensar, decidir y ejecutar en décimas de segundo. Por lo tanto, lo complejo no tiene cabida.

En su origen el término “sistema” procedente del latín “systema” es “CONJUNTO”, que a su vez deriva de otro, “synistánai”, que traducido es “REUNIR, COMPONER, CONSTITUIR”. 

Entre las definiciones de “sistema” encontramos algunos ejemplos: “Conjunto ordenado y procedimientos que regulan el funcionamiento de un grupo o colectividad”; “Conjunto de reglas, principios o medidas que tienen relación entre sí”; “Conjunto organizado de ideas o conceptos”; “Conjunto de cosas o elementos que guardan entre sí algún tipo de relación”; “Manera como se hace algo o medio que se emplea para hacerlo”.

Con todas ellas, quedaros con la que se ajusta más a vuestra forma de entender la palabra “sistema” dentro de nuestro deporte.

Y, hay algo que no es… ““sistema” no es juego con cadenas”. ¿Hablamos de defensa y ataque, o sólo de defensa, o sólo de ataque? Es este el punto en el que dejo de entender el fútbol sala actual.

Sin entrar en detalles sobre los diferentes posicionamientos en los que un equipo puede desenvolverse, por ejemplo, en la fase ofensiva, es curioso ver como los mismos jugadores después de unos segundos, o después de un par de movimientos iniciales, entran en la dinámica correcta que es leer el juego, sorprender al contrario con cosas diferentes, aprovechar sus errores. En definitiva, liberan el ataque y pasa a ser gestionado por principios básicos fundamentales, simples y cómodos de manejar en nuestra cabeza. Procedimientos, medios, gestos, que se adaptan a la calidad técnica del jugador, a su capacidad cognitiva y a sus posibilidades físicas. Eso no tiene cabida en lo que hoy día algunos entrenadores llaman sistema, es asistemático, es natural, es original, es lo individual en beneficio de lo colectivo.

Finalizo con la defensa. El 90% de los equipos, hablemos por ejemplo de la liga española, realizan una defensa individual, sin cambios. En ese tipo de defensa no hay espacio para coberturas, ayudas, situaciones de dos contra uno, defensas de líneas de pase, etc. ¿Por qué lo llamamos sistema? Es cualquier cosa menos un conjunto de reglas. Es cualquier cosa menos un sistema. Es llevar al jugador a su mínima expresión mental y disputar cuatro partidos en fase defensiva, aquellos que se corresponden con las cuatro situaciones de uno contra uno que se van a producir. Por lo tanto, no hay sistema, o, ¿es un sistema basado en una única regla? Para gustos colores.

No creo que debamos hablar de sistemas en fútbol sala. Los entrenadores debemos generar en los entrenamientos tantas y diversas situaciones ofensivas y defensivas como podamos. Dar al jugador la posibilidad de expresarse y encontrar de forma conjunta la solución al problema. Repetirlo tantas veces como sea necesario para que forme parte de nuestra librería de soluciones y las podamos ejecutar con naturalidad. Y, sobre todo, dar paso a la creatividad, a poder hacer cosas distintas pero que nos conduzcan al único objetivo común: “El beneficio del colectivo”.

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